"El hojalatero olvidó darme un corazón".
Hombre de hojalata. El mago de Oz
Se concibe
con espantosa sensación que el reloj dejó de funcionar bien, y en vez de dar
vueltas para adelante, da vueltas para atrás. Huele un aliento a esperpento
que bloquea toda salida del lugar, pilas de mugre y trapos se acumulan en cada
rincón que no contienen ninguna necesidad más que el simple aliento a mosca,
fétido -amable- pero fétido, que es posible apreciar siempre que uno conserve
la cordura en cada uno de esos rincones.
Junto a ese rincón mugriento, uno va reconstruyendo sus recuerdos a través
de objetos, de cosas: el juguete, la merienda, la hora del
té. Y si los reconstruye y los revive, es dichoso, y mantiene una suerte de relación abnegada con el pasado -pasado/presente- futuro, realidad, ahora,
cosmos insondable, sol, hidrógeno, millones y millones, toneladas de uranio,
de, de mercurio y de otras porquerías químicas.
Y de repente sube hasta ese altillo lleno de trapos y de polvo, y se
hunde en el cosmos, ahora de objetos abandonados que reconstruyen memorias sin
proponerselo. Adelante, caballero de hojalata
Martes, 26 de enero de 2010
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