jueves, 22 de agosto de 2013

Volver al lugar

Y encontrarte con que la gente que era chica creció, y que los grandes se achicaron, se arrugaron, ¿Entendés?
Que lo que parecía tan lejano, como recibirte o enamorarte (da igual) ahora está a la vuelta de la esquina, y te agarra un poco de dolor de panza y de "me voy a cagar en cualquier momento", y los nervios te carcomen por adentro, como jugos gástricos, que se te suben por la garganta, te queman las cuerdas vocales, te hacen arder.
Y esos ácidos suben y se te salen de la boca,  gastritis verborrágica que te hace dejar de caretearla, y bardear al que no te bancás (haciendote creer que tenés total impunidad, y no la tenés)
Volver al lugar siendo grande, no virgen, con algo de barba incipiente; volver al lugar, y no soportar, sentír que desencajás, que ya no vas a poder volver a las ficciones que antes funcionaban muy bien.

Volver crecido, o crecer a medida que volvés, en ese micro larga distancia con comida que parece ya digerida. Con olor nauseabundo a desinfectante moral, reflexionás y pensás un poco sobre el a dónde te lleva el camino y los kilómetros recorridos,  camino en el cual se  pegaron el polvillo de ruta patagónica y el viento  húmedo y crustáceo del mar, dónde se han pegado personas-bichos al vidrio,  algunos barridos por el limpiaparabrisas,  y otros se quedaron ahí, durante todo el camino, y se bajaron al llegar a destino...

No hay comentarios:

Publicar un comentario