lunes, 30 de junio de 2014

Aquí me tiene


"La cal reseca, la viuda que sueña, los amigos que siguen igual,

la gloria en zapatillas, el florero vacío,
quien sabe si se puso a pensar; para que vivo?"



-"Y la gente se ríe, pero después de un par de años, heme aqui"
- He aquí un chico que, muy a pesar de todo, sigue sintiéndose árbol.



Y esa es una de las tantas sensaciones que nunca va a poder explicarle al mundo, como la sensación de "sentirse atado por una cadena de felpa a la mismísma tierra" o el extraño regocijo de sentirse en paz con uno mismo, pese al "quedirán", o esa sensación escalofriante de acostarse en una cama fría -que resulta cálida en su frigidez inmediata-
El árbol se acuesta solo. Piensa que quizás ese sea su destino: dormir solo. Sin nadie que lo abrace, sin nadie a quien abrazar, a lo sumo una almohada exótica de plumas de gallina que pone huevos de oro, o quizás (muy de vez en cuando, siempre y en tanto recuerde el viaje onírico realizado en una noche de sueño perturbado) abrazando a un sueño de grandeza y cariño, donde no existe rechazo ni miedo al fracaso.
El árbol se levanta, y vive su vida en extremo rutinaria. La salida del esquema le da miedo, le genera pavor. Le atormenta básicamente encontrarse con un vacío, con una nada, sin una red. Sin un colchón que resguarde su coxis y amortigüe el impacto de la caída.
Así empieza su día, y se toma su mate cocido, té o quizás café. Lo toma caliente, pero no lo suficiente como para quemarse, y se come su pan integral con dulce exótico, porque leyó en algún lado que desayunar con pan integral era bueno para asimilar las desgracias de la vida cotidiana, y también los nutrientes. Y hace algo de ejercicio, porque leyó (nuevamente) en una revista de cuarta, que hacer ejercicio contribuía a mantener el buen humor a lo largo del día.
Y vuelve a su casa, su casa/raíz/matriz, y almuerza, y normalmente se da una panzada. Dependiendo de su cansancio (por comer ese pan integral mañanero y por hacer ejercicio que teóricamente lo pone de buen humor ) puede -o no- dormir una siesta. Pero el árbol se levanta, y por lo general acude a alguna institución de renombre y prestigio, para chupar un poco de conocimientos y poder reproducirlos, o quizás se vaya a tomar mates con un amigo, o charlar con un poco conocido.
Y se hace el atardecer , donde tal vez alguien rechace al árbol niño,adolescente,hombre; pero árbol al fin y al cabo. Y si lo cambian, y si lo meten en la galera con la misma velocidad con que lo sacaron, a el poco le importa. O al menos eso dice, porque dentro de el, en lo mas profundo, donde funciona el reloj, y en el mismo lugar donde se incrusta la raíz, algo cruje. Quizás sea un engranaje, tal vez se hora de cambiarlo por uno nuevo.
Y poco le importa, dice él para afuera, sabiendo que la mentira no se absorbe con la misma facilidad con que es expulsada al mundo objetivo.
Y como llegó el atardecer llega la noche para el árbol, que despertó siendo niño, y se acuesta vencido, siendo anciano.
Pero el adolescente, el hombre, el chico, el árbol se sienta un rato antes de dormir, sobre el borde de la cama, y medita. Y si señores! como sabrán la vida no es gratuita, y tampoco lo es la del árbol, puesto que antes de acostarse, lo asaltan las dudas. Dudas y prejuicios y preguntas con cualquier (o ninguna) respuesta.
Y le agarra progresivamente sueño y pesadez. Y quiere a pesar de todo volverse crítico, y tratar de responder una de tantas cuestiones que lo agarraron desprevenido como estaba, y lo atormentan. Y así el árbol se acuesta, entre dudas nubladas, y un mundo incierto, uno, con suerte dos rechazos.
Y cada día se hace mas árbol, mas "algo", mas cierto...




"tanto envejecer y tanto amar para que llegue este día"


23 de octubre, 2009


No hay comentarios:

Publicar un comentario